Pueden parecer iguales a otras especies ya conocidas, pero el tritón ibérico meridional, Lissotriton maltzani, y el sapo partero mediterráneo, Alytes almogavarii, son dos nuevas especies de anfibios que dos equipos de investigadores, en los que participa el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), acaban de descubrir.
Ambas son especies ‘crípticas’, es decir, aquellas que tienen un aspecto externo es muy similar al de otras con las que están emparentadas. Sin embargo, los análisis moleculares han mostrado la existencia de importantes diferencias genéticas que avalan su reconocimiento como especies diferentes.
“La península ibérica es una de las áreas con mayor diversidad de especies de anfibios en toda Europa por su compleja historia geológica y por la larga historia evolutiva de los anfibios en la región, bien ilustrada por un importante registro fósil”, comenta Íñigo Martínez-Solano, uno de los autores del estudio.
Según el investigador, “la diversidad topográfica y climática de la península han sido el motor de numerosos procesos de aislamiento de diferentes especies animales y vegetales cuya evolución independiente ha dado lugar a la formación de especies endémicas”, continúa.
Hay más de una decena de especies de anfibios que solo pueden encontrarse en la península. Entre ellas están la salamandra rabilarga, Chioglossa lusitanica, el tritón ibérico, Lissotriton boscai, el sapo partero bético, Alytes dickhilleni o la rana pirenaica, Rana pyrenaica.
Parecidas, pero no iguales
“Los anfibios se caracterizan porque, en general, su morfología evoluciona muy lentamente, de manera que, aunque a lo largo de su historia como especies independientes acumulen diferencias genéticas con respecto a especies emparentadas, su aspecto general se mantiene bastante similar. Por ello, la aplicación de marcadores moleculares al estudio de su historia evolutiva ha revelado la existencia de especies que habían pasado desapercibidas anteriormente”, explica Martínez-Solano.
Los análisis con datos genómicos de las zonas donde entran en contacto grupos bien diferenciados de estas especies permite conocer cómo se mantienen separadas.
En general, especies bien diferenciadas muestran zonas de hibridación de pocos kilómetros de ancho, lo que evidencia que existe aislamiento reproductivo entre ellas, es decir, que no se reproducen entre sí o, cuando lo hacen, la descendencia es infértil.
Por el contrario, la existencia de zonas de hibridación amplias (decenas o cientos de kilómetros) indica que no existen barreras a la hibridación y que el proceso de formación de nuevas especies no se ha completado.