Una investigación internacional liderada por científicos de la Universidad Estatal de Washington, en Estados Unidos, y la Universidad de San Pablo, en Brasil, concluye que las primeras abejas evolucionaron en un antiguo supercontinente denominado Gondwana hace más de 120 millones de años, diversificándose más rápido y extendiéndose más vertiginosamente de lo que se pensaba hasta hoy.
Un punto clave del nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Current Biology, es que todo indica que el origen de las abejas en el hemisferio sur es paralelo a la historia de muchos grupos de plantas, aportando nuevos datos sobre este mutualismo clave entre abejas, plantas y flores. Vale recordar que las abejas son los polinizadores más importantes de las plantas con flores en nuestro planeta.
DEL SUR A TODO EL PLANETA
Gondwana fue un antiguo bloque continental meridional de gran tamaño, que existió desde el Neoproterozoico, o sea hace unos 550 millones de años, hasta su posterior separación. En líneas generales, el viejo supercontinente incluía a los actuales territorios de África y América del Sur, cuya división se concretó a partir de procesos geológicos que aún siguen activos.
Aunque los científicos ya sabían que la polinización de plantas con flores por parte de las abejas se inició hace aproximadamente 120 millones de años, la incertidumbre en torno a cómo y cuándo las abejas se propagaron por el planeta ha oscurecido en gran medida las investigaciones relacionadas con este fenómeno natural. Ahora, el nuevo estudio ha acumulado evidencia estadística que confirma que las abejas se originaron en Gondwana, por lo tanto son insectos que provienen del hemisferio sur.
Los investigadores trabajaron en la secuenciación y comparación genética de más de 200 especies de abejas. A su vez, compararon estos datos con rasgos de 185 fósiles de abejas diferentes, así como con especies extintas, desarrollando una historia evolutiva y modelos genealógicos para la distribución histórica de las abejas.
EN PELIGRO
Según una nota de prensa, podría tratarse del estudio genómico más amplio de las abejas efectuado hasta la fecha, incluyendo miles de genes a la vez para asegurarse de que las relaciones establecidas eran correctas. Los científicos descubrieron que las abejas probablemente se originaron en el Cretácico Inferior, poco antes de la ruptura de Gondwana occidental. Además, la evolución temprana de cualquier linaje importante de abejas está asociada indisolublemente con las masas terrestres de América del Sur o África.
Posteriormente, las abejas colonizaron los continentes del norte de la Tierra a través de una compleja historia de dispersión geográfica. Pero lo más interesante es que la forma en que las abejas se propagaron por el mundo desde su origen en el hemisferio sur es paralela a las historias de numerosas variedades de plantas con flores, lo que proporciona un paso esencial para estudiar los procesos de polinización en el espacio y el tiempo.