Corría el año 2014 cuando el mundo de la antropología vivía uno de los mayores descubrimientos de los últimos tiempos: el enigmático Homo Floresiensis aparecía en la isla de Flores, en una de las partes más remotas de Indonesia. La criatura vivió entre 50.000 y 200.000 años, apenas medía un metro de altura y tenía el cerebro tan pequeño como el de un chimpancé. No es de extrañar que sus descubridores le apodaron cariñosamente ‘hobbit’, en honor a los personajes creados por J. R. R. Tolkien.
Lo que los investigadores no supieron decir, sin embargo, es si estos hobbits eran así por algún tipo de trastorno del tipo enanismo insular; o bien era una especie de menor tamaño naturalmente.
Una nueva investigación publicada en el diario especializado Nature Ecology & Evolution no ha encontrado evidencia de la mezcla entre los humanos que conocemos (Homo sapiens) y estos hobbits de la isla de Flores (Homo floresiensis y Homo luzonensis, especie ‘hobbit’ originaria de Filipinas).
Este es un resultado importante, porque ayuda a explicar la presencia de estos seres humanos de pequeñísimo tamaño en esta parte del mundo, más relacionados con los humanos modernos de lo que se imaginaba en un primer momento.
Este documento, además, proporciona una nueva confirmación del mestizaje del Homo Sapiens con otra especie de pequeño tamaño, los denisovanos, un grupo de neandertales que poblaron zonas del sudeste asiático y Oceanía hace unos 50-60.000 años, pero de los que no se tiene constancia física. Eso podría haber cambiado ahora, ya que el estudio podría indicar que los esquivos denisovanos son, en realidad, Homo Floresiensis o Homo Luzonensis.
En su investigación, se estudió el ADN de 400 humanos modernos con ascendencia insular del sudeste asiático, con el que se intentó encontrar coincidencias genéticas que indican pruebas del mestizaje de estas especies.
Sin embargo, no contaban con genomas ‘de primera mano’ de estos dos ‘hobbits’, como las que sí se disponen de los neandertal o denisovanos. Aún así, sí se buscó la marca genética que dejará evidencia de mestizaje, ya que se contempla en todo el genoma a estudio. Los resultados fueron claros: los humanos modernos no se cruzaron con esas dos pequeñas especies, pero sí se pudo confirmar la ascendencia denisovana de los participantes en la investigación.
Esta investigación confirma que estas dos pequeñas especies no contribuyeron con la ascendencia de las poblaciones humanas modernas, pero su ADN sí era especialmente similar al de los denisovanos desaparecidos de esa isla del sudeste asiático. Eso sí, los hallazgos zanjan un antiguo debate, y demuestran que este grupo humano no evolucionó en sentido contrario en la isla de Flores, reduciendo su tamaño.