Laboratorio Acción y Tinta
Plétora Editorial, 2019
Por Mateo ‘Almaniin
El Laboratorio Acción y Tinta es un grupo de entusiastas de la literatura y las artes conformado por Elena Reyes López, Úrsula Cotero, Miriam Veloz Díaz, Andrea Dinorah Zenil, Sandra Maricel García Sierra, JuanMa Alemán y su coordinador, el Maestro Alejandro Ostoa.
Aclarado lo anterior, todos ellos decidieron conjuntar sus plumas y voces para crear una antología de relatos breves en la que dan la cara y exponen la multiplicidad de facetas que nos provoca a los seres humanos la experiencia de uno de los sentimientos más padecidos, pero menos externados por la gran mayoría de nosotros, personas de a pie, ocupados como estamos en nuestra inmediatez cotidiana: la soledad.
Lo primero que salta ante nuestra vista son los forros del libro, concebidos, dicho sea de paso, por el talentoso ilustrador Eric Camacho Gutiérrez. En ellos no encontramos palabras, más allá de las que dan título y fe de la autoría de este Laboratorio. Dejemos que las imágenes nos hablen acerca de lo que estamos por descubrir en las próximas ciento setenta páginas que nos disponemos a devorar con la vista, la razón, pero sobre todo con el corazón… y las entrañas. Una misma imagen de portada en dos sentidos opuestos pero complementarios nos advierte: aquí hallaremos la dualidad luz-oscuridad, y también todo lo que hay entre ellas.
Este libro se abre frente a nosotros como un abanico de soledades. Por un lado, el luminoso, nos cuentan acerca de la clase de soledad que nos remite al encuentro con nosotros mismos; descubrimos que si estamos solos, podemos crecer intelectual, anímica y espiritualmente; la soledad luminosa nos da claridad de pensamiento, fortalece nuestro espíritu, nos hace mejores ante los demás, pero sobre todo ante nosotros mismos. Ejemplo de ello son relatos como Ausencia, El ojo de la noche o El guardián de Elena.
Pero también está su contraparte, esa otra soledad que nos conduce a las tenebrosas profundidades del alma y la consciencia; donde los seres solitarios se despeñan hacia la desolación; tinieblas donde sólo habitan la desesperanza y el olvido. Soledades que nos abisman en el inexplorable océano del inconsciente las encontramos en relatos como ¿Qué hora es?, Depender, Etérea libertad y Claroscuro.
Y en el punto medio, diez oncenas más de soledades escritas por cada uno de los siete autores; algunas de ellas narradas por personajes de carne y hueso como cualquiera de nosotros, seres humanos; otras, personificadas en animales, lugares, objetos o ideas abstractas, como la misma Soledad.
Con un prólogo firmado por el entrañable escritor nezayorkino Emiliano Pérez Cruz, he aquí una invitación para descubrir el collage de emociones, sensaciones, ideas y pasiones que nos genera la vivencia de la soledad con todos sus matices. Una lectura más que obligada, necesaria para sopesar tiempos aciagos como los que ahora nos toca sufrir.