Las pastorelas son la representación teatral del nacimiento de Jesús, la llegada de los Reyes Magos y la lucha constante entre el bien y el mal, simbolizada por ángeles y demonios. Se llaman pastorelas porque los personajes principales son los pastores que luchan contra las tentaciones que les presenta el diablo en su camino hacia el portal de Belén, donde nacerá el niño Jesús.
El teatro pastoral tuvo su origen en Italia durante el siglo XVI, gracias a los frailes franciscanos, quienes lo introdujeron en México durante la conquista espiritual, tras la llegada de los españoles.
Las pastorelas fueron utilizadas para la evangelización de los indígenas. A través de estas, los frailes enseñaban el catecismo y daban a conocer a los indios la vida de Jesús de forma humorística. A los indios les gustaban mucho las pastorelas porque estaban acostumbrados a los bailes, mitotes o pantomimas características de sus propias celebraciones; así sentían que podían conservar sus tradiciones.
Las primeras pastorelas en México fueron promovidas por Fray Juan de Zumárraga, quien en 1530 ordenó la escenificación de la Natividad Gozosa de Nuestro Salvador, o sea del nacimiento de Jesucristo. Después, en 1550, se representó por primera vez la Adoración de los Reyes Magos, que fue escrita en náhuatl por Fray Andrés de Olmos y se representó en las capillas abiertas de los conventos que sirvieron de escenario.
La primera representación de una pastorela de la que se tienen noticias en territorio mexicano aconteció en 1533, en Santiago de Tlatelolco, con la puesta en escena de El fin del mundo.
Muchas pastorelas fueron escritas, algunas de autores desconocidos y otras de escritores famosos como José Joaquín Fernández de Lizardi o Mariano Sarmiento; todas se caracterizan por ser de carácter religioso, sencillas, alegres, frescas, escritas en verso y con bromas que hacen reír a los asistentes.
Los personajes en todas las pastorelas son los mismos: María, José, el Niño Dios, los Reyes Magos, los ángeles, el diablo y los pastores como Gila, Bato, Blas y Bartolo. Después de muchos alegatos entre los pastores y de las luchas entre el bien y el mal, en donde el triunfador, por supuesto, es el bien, la pastorela termina con el nacimiento del Niño Dios y la alegría de todos los asistentes, quienes después comparten tamales, atole, ponche y otros platillos tradicionales.
Las pastorelas creadas a partir de la evangelización representan la forma más acabada del teatro popular religioso que heredamos de España.