Aurora Leticia Cruz ha tratado de mantenerse actualizada con su medicamento para la presión sanguínea desde que huyó de Guatemala hace más de un año, pero el limbo en que se encuentra, varada en un campamento de refugiados en la frontera con Texas tras atravesar México, lo ha dificultado.
Cuando Cruz se sintió mareada un día reciente al subir su presión, pudo haber sido una tragedia, dejando a su nieta de 17 años y dos bisnietos menores de tres años solos en el campamento en Matamoros. Pero en lugar de ello, una enfermera de Oregon y un médico cubano, quien al igual que Cruz espera por su proceso de asilo en Estados Unidos, consiguieron examinar su historial médico y prescribir la dosis correcta.
Los trabajadores de salud que ayudaron a Cruz son parte de Global Response Management, una organización sin fines de lucro que busca ir más allá de la mera respuesta a crisis y construir un sistema para facilitar el rastreo de la salud de los migrantes en la ruta desde Centroamérica a la frontera de México con Estados Unidos. El historial médico de Cruz fue creado en junio por el grupo, que ha estado colectando información de los pacientes.
"Concibo esto como una carrera de relevo en la que estamos pasándoles el batón médico a otros proveedores a medida en que la gente avanza hacia el norte'', dijo Blake Davis, un paramédico de Maine que es un voluntario con la organización.
Los esfuerzos son parte de una tendencia creciente en la ayuda humanitaria que se ha acelerado en medio de la pandemia de coronavirus, que ha resaltado las dificultades para proveer atención médica básica a los migrantes.
Con los hospitales públicos abrumados por los casos del virus, los migrantes con padecimientos cardiacos o embarazos difíciles no tienen a quién acudir. Otros han recibido prescripciones inefectivas porque una serie de médicos se ven forzados a tratarles sin un historial médico.
Encabezado por veteranos de las fuerzas armadas estadounidenses, Global Response Management está formado principalmente por voluntarios de Estados Unidos y solicitantes de asilo pagados que eran profesionales médicos en sus países.
El grupo ha tratado a miles de migrantes en el último año en dos clínicas en Matamoros, incluyendo una dentro del campamento.
Los trabajadores médicos en el grupo han innovado para llevar atención de salud en su ambiente austero, aprovechando lo aprendido del trabado d ellos organizadores con personas desplazadas en países como Irak y Bangladesh.
Han usado telemedicina para consultar a especialistas en Estados Unidos y conectar un aparato portátil a un iPhone para realizar un sonograma.
Han trabajado además con líderes locales en el campamento para controlar la diseminación del coronavirus, al alentar el uso de cubrebocas, aumentar el número de estaciones de lavado de manos y con el establecimiento de un área de aislamiento.
Solamente una persona del campamento ha sido hospitalizada con el virus, en momentos en que las instalaciones médicas en el área pasaron trabajos para lidiar con el elevado número de pacientes infectados este verano.
Pero el objetivo del grupo no es solamente atender a los migrantes una vez una vez lleguen a la frontera. Quiere ofrecer atención médica a lo largo de las rutas que toman los migrantes. "La ayuda humanitaria debe ser vista a una luz diferente'', dijo la directora ejecutiva del grupo Helen Perry, enfermera de la Reserva del Ejército.