Al menos mil 900 armas militares estadounidenses se perdieron o fueron robadas a lo largo de la década de 2010, y algunas resurgieron en crímenes violentos, según una investigación de The Associated Press. Debido a que las fuerzas armadas no han dado información básica, el número al que llegó la AP es sin duda un cálculo menor.
Esas armas de guerra desaparecieron debido a que las puertas estaban sin llave, las tropas se durmieron, las cámaras de vigilancia no grabaron, robos tras entradas forzadas y otras fallas de seguridad que, hasta ahora, no habían sido reveladas públicamente.
Si bien el enfoque de la investigación de la AP fueron las armas de fuego, también se perdieron o fueron robados explosivos militares, incluidas granadas antiblindaje que terminaron en un patio trasero de Atlanta.
El robo o pérdida de armas se extendió a todas las fuerzas armadas, incluyendo instalaciones a lo largo y ancho del país, así como bases en el extranjero. En Afganistán, alguien cortó el candado de un contenedor del Ejército y robó 65 Berettas M9, el mismo tipo de la que se recuperó en Albania. El robo pasó desapercibido durante al menos dos semanas, cuando fueron descubiertas cajas vacías de pistolas en el complejo. Las armas nunca fueron recuperadas.
Las unidades de élite tampoco son inmunes. Un exmiembro de una unidad de operaciones especiales del Cuerpo de Infantería de Marina fue arrestado con dos armas robadas. Un miembro de la unidad de elite Navy SEAL perdió su pistola durante una pelea en un restaurante en Líbano.
El Pentágono solía compartir actualizaciones anuales sobre las armas robadas con el Congreso, pero ese requisito terminó y la rendición pública de cuentas ha sido limitada. El Ejército y la Fuerza Aérea, por ejemplo, no pudieron informar a la AP cuántas armas están perdidas o fueron robadas desde 2010 y durante 2019. Así que la AP construyó su propia base de datos usando solicitudes bajo la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública (FOIA, por sus siglas en inglés) para revisar cientos de expedientes de casos penales militares o informes de pérdidas.
A veces las armas desaparecen sin dejar rastro. Los investigadores militares con regularidad cierran casos sin recuperar las armas o encontrar a la persona responsable porque los registros mal hechos conducen a callejones sin salida.
Algunas personas responsables de asegurar las armas pueden ser el problema. Con frecuencia de los rangos más bajos, saben cómo explotar los puntos débiles de las armerías o las gigantescas cadenas de suministro de los militares para hacer dinero fácil.
"Se trata del dinero, ¿cierto?'', dijo en una entrevista el general de brigada Duane Miller, quien como jefe general suplente de la División de Investigaciones Criminales militares es el oficial número 2 en la aplicación de la ley dentro del Ejército.
El robo o la pérdida ocurren más de lo que el Ejército ha reconocido públicamente. En una primera entrevista con la AP, Miller minimizó la desaparición de armas, citando registros que reportan que faltan solo unos cuantos cientos de rifles y pistolas. Pero un análisis interno del Ejército realizado por la Oficina de la División de Investigaciones Criminales del Ejército (Provost Marshal General) y obtenido por la AP registró 1.303 armas de fuego.
En una segunda entrevista, Miller dijo que no había visto los memorandos con anterioridad, los cuales fueron distribuidos por todo el Ejército. "Si tuviera la información frente a mí, la compartiría con ustedes'', dijo Miller. Otros oficiales militares dijeron que los análisis internos podrían exagerar algunas pérdidas.
La AP inició esta investigación hace una década. Desde el inicio, el Ejército ha dado respuestas contradictorias sobre un tema con el potencial de avergonzarlo, y eso, cuando ha dado alguna información. Una persona con conocimiento de la situación describió cómo los oficiales del Ejército se resistieron a revelar detalles de armas faltantes cuando la AP preguntó por primera vez, y, en efecto, esa información nunca fue proporcionada.
Altos oficiales dentro del Ejército, el Cuerpo de Infantería de Marina y la oficina del Secretario de Defensa dijeron que la rendición de cuentas sobre las armas es una alta prioridad, y que cuando el ejército sabe que falta una, eso provoca de hecho una respuesta a gran escala para recuperarla. Los oficiales también dijeron que las armas faltantes no son un problema generalizado y señalaron que las cifras son una fracción diminuta de las reservas militares.
"Tenemos un inventario muy grande de varios millones de estas armas'', dijo en una entrevista John Kirby, vocero del Pentágono. "Nos tomamos esto muy en serio y creemos que hacemos un muy buen trabajo. Eso no significa que no haya pérdidas. No significa que no se hayan cometido errores''.
En mayo, un recluta del Ejército huyó de Fort Jackson en Carolina del Sur con un rifle M4 y secuestró un autobús escolar lleno de niños, mientras apuntaba su arma de asalto descargada hacia el conductor antes de dejar que todos se fueran.
En octubre pasado, a la policía de San Diego le sorprendió encontrar un lanzagranadas militar en el asiento delantero de un automóvil que detuvo por tener placas vencidas. El conductor y su pasajero eran hombres de edad mediana con antecedentes penales.
Después de dar a conocer el arresto, la policía recibió una llamada de una base del Cuerpo de Infantería de Marina en la costa del Pacífico. Los Marines querían saber si el lanzagranadas era uno de los que estaban buscando. Les leyeron el número de serie. No concordó.
Armas en las calles Las armas militares robadas han sido vendidas a pandillas callejeras, recuperadas por la policía y utilizadas en crímenes violentos.
La AP identificó ocho casos en los que cinco diferentes armas de fuego militares robadas fueron usadas en un tiroteo civil o en otro crimen violento, y otras en las que delincuentes fueron sorprendidos en posesión de armas. Para ubicar estos casos, la AP revisó diversas investigaciones y registros judiciales. Las restricciones federales para compartir información sobre armas de fuego públicamente significan que estos cálculos seguramente son inferiores.
Esos informes del FBI también parecen ser un cálculo inferior: dicen que no se usó ningún arma militar en un delito grave en 2018, pero al menos sí ocurrió con una.
En junio de 2018, la policía de Albany buscaba a Alvin Damon, de 21 años. Lo ubicaron en un tiroteo que involucró la Beretta M9, un arma de batalla para los militares que es similar al modelo que Beretta produce para el mercado civil.
La policía del estado de Nueva York concluyó que estaba involucrada en cuatro tiroteos en Albany, incluido uno apenas el día anterior en el que alguien disparó hacia la sala de una casa y otro en el que alguien recibió un disparo en el tobillo.
En los registros del Ejército, la M9 había sido catalogada como "en tránsito'' entre dos unidades de Fort Bragg durante dos años, antes de que la policía la recuperara. Y el Ejército aún no sabe quién la robó, ni cuándo.
Otra fuente constante de armas de Carolina del Norte ha sido la Marine Corps Base Camp Lejeune, donde las autoridades con frecuencia tienen una investigación abierta sobre un caso de armas faltantes. Detectives en Baltimore que vigilaban las ventas de cocaína arrestaron a cuatro personas y encontraron una Beretta M9 robada de una armería en Lejeune. El Servicio de Investigación Criminal Naval (NCIS, por sus siglas en inglés) encontró en el caso de 2011 que rara vez se cumplieron los procedimientos de inventario y de seguridad. Tres armas fueron robadas; nadie fue acusado.
Oficiales de Carolina del Sur fueron llamados en 2017 después de que un hombre comenzó a disparar al aire una pistola M9 durante una discusión con su novia. El novio, un delincuente convicto, después comenzó a disparar hacia la casa de un vecino. La pistola provenía de una armería de la Guardia Nacional a la que un ladrón entró por una puerta sin llave y de donde se llevó seis armas totalmente automáticas, un lanzagranadas y cinco M9.
Las autoridades en el centro de California todavía encuentran rifles AK-74 totalmente automáticos que son parte de los 26 robados de Fort Irwin hace una década. Oficiales de la policía militar robaron las armas de la base del Ejército y vendieron algunas a la pandilla callejera Fresno Bulldogs.
Al menos nueve de los AK todavía no son recuperados.