El pelo no cae, se renueva.
Desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) llevan años insistiendo en ello. Sin embargo, cuando llega el otoño, el cabello parece desprenderse de nuestra cabeza para sorprendernos en cualquier rincón de nuestro hogar. Se multiplican sobre la almohada, en la ducha, en el cepillo… La pérdida parece volverse más evidente, incluso las consultas por este problema aumentan en un 30 % —según un estudio publicado por el British Journal of Dermatology, basado en las búsquedas realizadas en Google desde enero de 2004 a octubre de 2016, la consulta ‘pérdida de cabello’ incrementa considerablemente en estos meses—. ¿Deberíamos preocuparnos? Antes de entrar en pánico, hay muchas cuestiones y mitos que debemos derribar para obtener un diagnóstico acertado. Al fin y al cabo, el pelo es un gran delator de nuestra salud.
Lo primero que debemos tener claro es que nuestro cabello tiene su propio ciclo de vida y cada pelo es un ente totalmente independiente. Crece en la fase anágena, durante aproximadamente tres años, cuando el folículo piloso está activo y le proporciona los nutrientes y la queratina para su desarrollo.
Tras esa etapa, le sigue una fase de transición de apenas un par de semanas, denominada catágena, en donde la actividad de la raíz se detiene y deja de nutrir el cabello. A los tres meses, en la fase telógena, el pelo se desprende, reactivando de nuevo el ciclo. En condiciones normales, alrededor del 90 % de nuestro cabello está en fase anágena, de ahí que los expertos consideren natural la pérdida diaria de entre 50 y 150 cabellos. La incógnita que debemos despejar es por qué entonces en otoño notamos aún más la caída y si solo se trata de algo temporal.
¿Existe la caída estacional?
Aunque no hay estudios científicos que respalden la caída estacional —algunos especialistas consideran que, debido a nuestra herencia de mamíferos, es posible que el cabello siga unos ciclos vitales acordes a las estaciones del año—, en otoño sí que se produce una serie de factores críticos para nuestro pelo.
“La caída del pelo en esta época ocurre en gran medida por los cambios ambientales —nos hemos expuesto mucho al sol, hace más frío, hay menos horas de luz—, que de un modo u otro afectan a la producción hormonal de nuestro cuerpo”, explica la farmacéutica y especialista en Dermocosmética Lucía López-Cotelo Sancerni.
La experta destaca también factores como el estrés, que provoca la vuelta a la rutina tras las vacaciones y, en muchos casos, a una alimentación bastante cuestionable que pueden afectar a nuestra salud capilar.
“En definitiva, una serie de situaciones que provocan que el cabello reciba menos nutrientes y entre en la fase de caída. Si esto lo unimos a la caída normal del cabello, hace que sea más abundante en esta época del año”, resuelve.