Entre tabletas, libretas y plumas donadas, en la colonia Héroes de Padierna, alcaldía Tlalpan, 15 niños toman sus clases a distancia y apuntan en sus libretas lo que acaban de ver a través de YouTube, porque carecen de los dispositivos necesarios y a sus casas no llegan las señales de los canales donde se emiten sus programas educativos.
Bajo una lona verde y con el único cobijo de una camioneta y pupitres desgastados, frente a la tortillería La Abuela, su propietaria, Dalia Ávila, habilitó un espacio. En él, los pequeños superan la tristeza de no poder ver a sus amigos, de no tener suficiente para comer y de ver a sus padres angustiados por unos pesos.
Dalia les presta dispositivos móviles, con los que ven sus clases en línea gracias al internet en la tortillería. También les brinda lápices, cuadernos y material didáctico.
Las preocupaciones propias de una pandemia se suman a un factor que, en cualquier rincón, causa estragos: la pobreza.
"Antes me llevaba mi pepino picado a la escuela, mi fruta en moldes, pero mi mamá me dice que o prepara comida o me compra mis frutas y verduras. Yo prefiero la comida. Extraño mi pepino", dice Aidé Hernández con los ojos llorosos.
La pandemia llegó a derrumbar su realidad, que, con un hermano sumido en la drogadicción y padres que trabajan todo el día, ya de por sí era difícil: "Ahora mi papá ya no tiene trabajo, por eso no alcanza, y yo soy consciente de todo el esfuerzo que hace mi mamá y me preocupo por ella", agrega Aidé, de trece años. Se le quiebra la voz y llora.
Sus nuevos compañeros de pupitre pasan sus apuntes y reciben yogurt y gelatina, donadas por Dalia: "Si no hago esto, ¿quién va a ayudar a los niños pobres de mi colonia?", dice la mujer.
Detrás de ella, Aidé termina su jornada con clases de inglés: "Es lo que más se me dificulta, pero me encantan las matemáticas y las artes", asegura con brillo en los ojos que, pese a sus dificultades, permite adivinar una sonrisa en su rostro, detrás de su cubrebocas.