Rubén Guzmán Bernal, artesano toluqueño, aprendió la labor de tejer bejuco, tule, mimbre y más materiales desde hace alrededor de 20 años; lo anterior, al apoyar a sus padres, quienes se dedicaban a hacer y restaurar muebles de este tipo.
Así pues, ahora es la forma de sustento para su familia y la promoción en la calle se ha vuelto su mejor opción para atraer clientes.
En la esquina de Quintana Roo y Venustiano Carranza, en la ciudad de Toluca, Rubén instaló un pequeño taller, pues asegura que eso es mejor a rentar un local; esto, debido a que genera mayores gastos y la gente lo ve menos: “así es más visible y da más trabajo”, expresó.
Dar una segunda vida a muebles antiguos y artesanales le es muy satisfactorio, si bien algunos tienen más 50 años, dijo, es bueno preservarlos ya que representan un legado histórico; además, no solo tienen un valor económico, tienen un valor sentimental para las familias. “Muchos es la herencia de padres o abuelos y es muy bonito hacer todo este trabajo de muebles tejidos, porque es darles más vida a los recuerdos”, dijo.
Entre el pasar de los carros, dijo, no ha tenido ningún problema de trabajar en el asfalto, así como tampoco problemas de inseguridad. En la calle, el principal trabajo que realiza es la reparación de sillas, dado que cuando llega a hacer muebles más grandes, comentó, trabaja a domicilio.
Su labor, señaló, es laborioso y completamente artesanal, por lo que en algunos casos el precio llega a hacer alto, lo cual resulta para algunos excesivo y pueden decir que con eso compran un mueble nuevo; sin embargo, recordó que, la ciudadanía debe considerar la técnica, los materiales y el valor de los muebles antiguos: “y vale la pena seguir conservándolos”, enfatizó.