El calor de los hornos y el olor de la parafina se hizo presente un año más en los talleres de la familia Araujo, dedicada a la elaboración de cera.
“Santa Cruz Atzcapotzaltongo es uno de los lugares donde más se realizar la cera, conforme va pasando el tiempo va creciendo la tradición de este oficio, a pesar de que es muy restringida la cosa, ahorita somos 12 familias las que seguimos”, explica la familia.
Y es que las ceras son uno de los elementos más significativos en el Día de Muertos, pues alumbran el camino de los difuntos en su visita a la tierra de los vivos.
Sin embargo, su elaboración también se convierte en la principal fuente de ingresos de los Araujo.
“De alguna manera si no es en los panteones, hacemos nuestro altar en nuestras casas, pero tenemos que dar ese tributo a nuestros seres queridos, es una tradición México, es el único país que celebra el Día de Muertos”, detalla la familia.
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A unos días de que se celebre el Día de Muertos, sus ventas apenas alcanzan un 25%, sin embargo, pese al panorama desalentador los Araujo confían en que está tradición que ha perdurado de generación en generación va a seguir por más años.
“Tenemos que fortalecernos, echarle ganas, no dejarnos caer y seguir con esta tradición que a nuestra familia nos da para comer, y que claro nos permite otras cosas”, enfatizan.
En el caso de esta familia, las ceras aún se realizan de forma artesanal utilizando la parafina caliente como su principal elemento.
Una vez terminadas las ceras, al otro día se envuelven y distribuyen en las tiendas para su venta, es aquí donde los mexiquenses llegan y las compran para colocar en la tradicional ofrenda o en las tumbas de los fieles difuntos.
Así, a través de esa luz entre vivos y muertos, los Araujo logran ver reflejado su trabajo.