El olor y el color del cempasúchil se percibió desde lejos, una a una fueron cayendo los pétalos sobre las tumbas de quienes ya no están.
El señor Antonio desde hace más de 20 años asiste al panteón de San Andrés Cuexcontitlán para visitar a sus difuntos, esto cómo parte de los festejos de San Miguel Arcángel, que dan pie a la celebración previa al primero y dos de noviembre, día de muertos.
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"Casi cada año llegamos, ya estamos acostumbrados a venir a ver a nuestros difuntitos, a ponerles sus florecitas y quitarles lo que no es necesario".
Las veladoras, música y rosarios no pudieron faltar en los campos santos, y es que a decir de los vecinos de la zona norte, este ritual es parte de la tradición.
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"Nuestras familias hicieron lo mismo llegaron acá, desde los abuelitos, nuestro papás, es una tradición, yo tengo más de 20 años desde que me trajo mi papá, ahora vengo a verlos a mi papá, a mis hijos".
La señora Paulina, también llegó desde temprano al panteón para visitar a su esposo, ella comenta que está tradición se traslada a sus domicilios donde les ofrecen una ofrenda, principalmente a los niños fallecidos.
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"Se pone chocolate, la leche, el pan, el arroz y el pollo, porque como son chiquitos no comían mole, por eso nada más el pollo".
Desde lo alto, el color naranja del cempasúchil brilla con los rayos del sol, y es que no quedó ningún rincón sin adornar con está flor que se convierte en la luz que siguen los difuntos para llegar con sus familias.