Sentado en la banqueta, con su sombrero semi roto, don "Panchito", como lo conocen los vecinos, regresó a ofertar sus verduras, aguacates y un poco de fruta en las calles de Zinacantepec después de permanecer en su casa por más de dos meses en confinamiento.
Él forma parte de un grupo de riesgo, ya que tiene 70 años, sin embargo, el hambre y la falta de dinero lo obligaron a salir de su domicilio y romper con las medidas preventivas.
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"Me esperé más de dos meses, pero las tripas ya piden de comer, se nos acabó lo que vecinos nos regalaron como arroz, frijol aparte de que la patrona pide de comer".
Su esposa, Carmen, tiene 73 años, padece diabetes y su vista se ha debilitado, es por eso que don "Panchito" es el único que provee en su familia.
"Mis hijos se fueron para el otro lado, uno ya no llego y el otro pues se desentendió de nosotros, como el hombre de la casa me toca cumplir, ya con lo que vendemos pues alcanza mínimo para un pollito, porque mi esposa tampoco ya cocina".
Sus vecinos al verlo, se alegraron y de inmediato comenzaron a comprar jitomate, aguacates, tomate.
"Pensamos que le había pasado otra cosa, pero no, aquí anda como siempre y pues ya lo conocemos de años qué mejor que apoyarlo comprando sus productos", comentó don Juan, vecino de Zinacantepec.
Don "Panchito", fue operador del transporte foráneo por muchos años, sin embargo, un día tras un accidente decidió dejar los autobuses.
"Por muchos, muchos años trabajar al frente del volante pero pues un día tuve un accidente y me retiré, ahora pues le busco de lo que sea, la verdura me la compra un vecino en la central de Abastos con lo que me dan de mi apoyo, ya de ahí sácalos unos quintos".
Tras extenderse la contingencia, los adultos mayores que aún trabajan, buscan salir a las calles para lograr un ingreso que les permita subsistir.
Se estima que en el Estado de México, radican 1 millón 807 mil 74 adultos mayores, de este número 826 mil 125 hombres y 980 mil 949 mujeres