No se ven a simple vista, pero están en todas partes: desde el agua que bebemos hasta el aire que respiramos. Durante los últimos años, científicos han constatado la presencia de microplásticos en prácticamente todos los rincones del cuerpo humano, incluido el cerebro; pero, ¿es esto riesgoso?
Una nueva investigación liderada por la Universidad de Viena, en Austria, comprobó que los plásticos más pequeños resultan capaces de traspasar la barrera hematoencefálica del cerebro, produciendo en él un efecto similar a la de las demencias, manifestando alteraciones similares a quienes la padecen. Todo lo anterior sucede apenas dos horas después de haber sido ingeridos.
“Haber comprobado que los microplásticos pasan la barrera hematoencefálica es un hecho por demás relevante. Hablamos de una estructura de parmeabilidad altamente selectiva y regulada para proteger nuestro cerebro, que sólo deja pasar lo que él necesita”, precisó Lukas Wallner, autor del estudio.
En ese sentido, el especialista explicó que en una persona sana, cuando el tejido nervioso se inflama el sistema inmune lucha contra el agente que produce dicho efecto y todo vuelve a la normalidad. Sin embargo, en casos de pacientes con enfermedades como alzhéimer o párkinson es que la inflamación se cronifica y pasa a destruir un tipo concreto de neuronas dependiendo el padecimiento.
“Extraer, caracterizar y cuantificar los microplásticos en el cuerpo humano y conocer su impacto constituye un reto de una dificultad increíble, el cual apenas comienza a explorar la ciencia”, indicó el experto.