El rechazo por parte de Francia y Alemania para fijar rápidamente objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 2040 comprometería la credibilidad diplomática de la Unión Europea (UE) durante la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), que tendrá lugar en la ciudad brasileña de Belén.
Vale la pena recordar que en julio pasado, la Comisión Europea propuso que la UE establezca para 2040 un recorte del 90% de las emisiones de CO2 respecto a los niveles de 1990, incluyendo ciertas flexibilidades como comprar créditos de carbono en países en desarrollo.
De concretarse dicha iniciativa, supondría darle continuidad a la reducción del 55% prevista para finales de la década y situaría a la comunidad política en el camino correcto para alcanzar la neutralidad climática a mitad de siglo.
Sin embargo, una vez que se dio a conocer que Dinamarca, que preside este semestre el Consejo de la UE, quería que las metas para 2040 fueran discutidas por los ministros de Medioambiente de los Estados miembros, a fin de alcanzar un consenso por mayoría cualificada, tanto Francia como Alemania reclamaron que el asunto no se trate a nivel ministerial y trasladárselo a los jefes de Estado y de Gobierno en una cumbre.
Al respecto, organizaciones ecologistas atribuyen esta postura a la difícil situación del presidente francés Emmanuel Macron y al interés del nuevo gobierno teutón del conservador Friederich Merz de entorpecer las futuras metas comunitarias como una vía para deshacerse, también, del compromiso doméstico de recortar un 88% de CO2 en 2040, adoptado por la administración anterior.