En el 2013, diversos estudios determinaron que los delfines tenían un silbido propio que los identificaba, similar a los nombres que usamos los humanos.
Esto se debe a que no pueden verse unos a otros, no pueden oler bajo el agua -esto sirve para el reconocimiento de la mayoría de los mamíferos- y no merodean un solo lugar, por ello no tienen madrigueras o nidos, de esta manera se pueden llamar e identificar.
Al estudio mencionado se suman otros en los que los investigadores notaron que durante dos semanas después del parto las madres delfín aumentaban la intensidad de sus sílbidos sin explicación evidente.
Un equipo de la investigación de la universidad de Southern Mississippi, descubrió que un mes antes de que nazcan las crías, las madres les silban con un sonido particular que más tarde permitirá que las identifiquen. Llegaron a la conclusión de que el proceso de aprendizaje del silbido de la madre ocurre mientras aún están en el útero.
Además, durante las primeras dos semanas después de nacer, los otros delfines adultos bajan la intensidad de sus silbidos, mientras que la madre lo aumenta. Y una vez que la madre deja de realizar estas repeticiones, los otros empiezan a producir sus propios silbidos con una intensidad más alta.
Se cree que los otros adultos permanecen “callados” para evitar que la cría aprenda el silbido equivocado, pues es fundamental que el bebé reconozca a su madre porque depende durante 3 años de la leche materna y como no se mantienen en un lugar concreto y la madre no puede sostener a la cría esta puede perderse en el mar.
Para la investigación, el equipo grabó 80 horas de audio de cinco delfines adultos durante dos meses antes y después del nacimiento de un delfín. Y descubrieron que la madre produjo un silbido nuevo en las semanas previas al parto, que -como ya sabemos- se mantuvo semanas después.
Se cree también que los bebés delfín no desarrollan su propio silbido hasta que cumplen unos dos meses. Este sonido será el «nombre» que lo identificará del resto del grupo.
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