El pasado 6 de agosto, Lionel Messi, una de las figuras más icónicas del fútbol mundial, se vio envuelto en una controversia inesperada cuando dos activistas de Futuro Vegetal vandalizaron su mansión en Ibiza. Los ambientalistas, que buscaban llamar la atención sobre la crisis climática y la responsabilidad de los ricos, fueron arrestados dos días después.
La denuncia, presentada por los abogados de Messi ante la Guardia Civil, reclama 50.000 euros para reparar los daños ocasionados en la propiedad. Esta suma se ha convertido en un punto de disputa entre ambas partes, con los activistas considerando la cifra desproporcionada.
Bilbo Bassaterra, portavoz del grupo, defendió la acción de sus compañeros y puso en duda la legalidad de la construcción de la casa, sugiriendo que podría ser demolida. Según Bassaterra, resulta contradictorio que se les exija una compensación por una propiedad que, desde su perspectiva, no debería existir.
El caso ha captado la atención internacional, subrayando la creciente fricción entre las élites y los movimientos ambientalistas que luchan por un cambio radical en la sociedad.