Las ciudades más extrañas del mundo son probablemente las que surgen en sitios en los que parece que no es posible vivir. Lugares que desafían las temperaturas más frías y las más asfixiantes; a altitudes en las que es difícil respirar o a profundidades que parecen propias de un ultramundo; poblaciones que se instalan por razones extrañas aisladas de cualquier rincón civilizado del mundo. Ciudades, en definitiva, que ponen a prueba a los seres humanos y su capacidad de convivencia y supervivencia. Estas son algunos de los lugares más extremos del planeta.
1. Vivir en el frío más duro
Yakutsk y Oymyakon (Rusia)
Cuando las temperaturas caen a menos de 30 o 40 grados bajo cero la cosa se pone realmente complicada. En las clasificaciones de las ciudades más frías del mundo figura siempre Yakutsk, un lugar envuelto en cierto misterio. No solo por su extrema temperatura (en invierno se alcanzan hasta -40ºC) sino también por su lejanía, en medio de la amplia y desolada Siberia, y por su historia, ligada a exilios y destierros forzosos.
Es la capital de la República de Sajá (enorme y vacía, con 3,1 millones de kilómetros cuadrados). Está situada a unos 450 kilómetros del Círculo Polar Ártico y no solo es la ciudad más helada del mundo en invierno, sino también una de las más extremas, ya que en el breve verano las temperaturas pueden superar los 29ºC.
2. La mayor variación térmica
Verjoyansk (Rusia)
En la misma República de Sajá (la división territorial más extensa del mundo) encontramos otro récord muy relacionado con el anterior: la mayor variación de temperaturas, según el libro Guinness, registrada en Verjoyansk: de -69,8 ºC a 37 ºC en verano, una oscilación de 106,8 grados. No es un lugar de trasiego turístico, claro: está a 675 kilómetros de Yakutsk y su origen fue un asentamiento cosaco que siempre ha servido para recibir a exiliados políticos. Tiene unos 1.300 habitantes de los que el 75% son yakutos (el resto son rusos) que viven, sobre todo, de la cría de ganado, caballos, renos y del negocio de pieles.
3. Las ciudades más ardientes
San Luis Río Colorado (México)
Para encontrar la ciudad más caliente del mundo hay que viajar justo hasta el otro lado del planeta, concretamente al Estado mexicano de Sonora. Allí se encuentra San Luis Río Colorado, de unos 250.000 habitantes, sobre una meseta que funciona como un pequeño asador, entre la zona del desierto de Altar y el Estado de Baja California. Ha llegado a registrar 59,5ºC en sus termómetros. Y más allá de experimentar el calor extremo hay motivos para visitarla. Por ejemplo, recorrer El Pinacate, territorio declarado reserva de la biosfera, así como el Alto Golfo de California y el delta del río Colorado, reservas declaradas patrimonio mundial. Despliegan paisajes extraños ante el viajero: dunas, cráteres volcánicos y lavas derramadas, que albergan un 40% de la fauna y la flora desértica. El contraste lo ofrece el golfo de Santa Clara, en el mar de Cortés, un tranquilo municipio que cada año visitan miles de turistas, principalmente norteamericanos. Los primeros europeos que pasaron por allí, en el siglo XVI, eran españoles; más tarde lo hicieron misioneros jesuitas y franciscanos, pero la ciudad de San Luis nació muchos años después, en 1907, como una colonia agrícola militar.
Las altas temperaturas no han sido un obstáculo para la creación de grandes ciudades. Hay muchísimas urbes que sufren calores extremos, algunas de ellas históricas, como La Meca, Marrakech, Las Vegas o la etíope Dallol. O las nuevas capitales de los países del Golfo, como la ciudad de Kuwait, cuya temperatura media es de 46,9 grados, o la ciudad portuaria de Jizan, en la costa del mar Rojo, en la que viven casi dos millones de habitantes.
4. La azotea del mundo
La Rinconada (Perú)
La fundación de la ciudad a mayor altitud del planeta (a 5.099 metros) se debe a una mina de oro. Con más de 30.000 habitantes, y al pie del nevado andino Ananea Grande, en la provincia peruana de Puno, su temperatura media diaria oscila justo por encima de la congelación. La altitud y el paisaje montañoso hacen que vivir aquí no sea fácil y la población se mantiene en gran parte por debajo del límite de la pobreza, sin suministro de agua y en condiciones precarias. Sin embrago, la explotación del oro es suficiente para mantener activa esta urbe en un lugar casi de otro planeta, que suele acoger, no obstante, a aficionados al esquí, el montañismo y el trekking.
Por encima de La Rinconada existe otro lugar habitado, Tuiwa, en el Tibet, aunque no pueda calificarse de ciudad. Así que su auténtica competencia es Wenquan, en China, a 5.019 metros de altitud, con más de 80.000 habitantes y un 70% de humedad, lo que complica más aún la habitabilidad. Otras azoteas urbanas dispersas por el mundo son El Aguilar (Argentina); Colquechaca (Bolivia), localidad minera cerca de Potosí; Korzok, Komic, Ukdungle y Kurgiakh, en India, o las también chinas Tanggulashan o Pagri, en la frontera con Bután. Pero sí hablamos de una gran ciudad (con más de 30.000 habitantes), la más alta es El Alto (4.150 metros), al oeste de Bolivia, que cuenta incluso con el aeropuerto de La Paz.
5. Vivir bajo el nivel del mar
Jericó y Tabgha
Para visitar la ciudad a menor altura de la tierra hay que viajar a Jericó, en Cisjordania, situada a 200 metros bajo el nivel del mar; presume, además, de ser la ciudad más antigua del mundo. Compite en profundidad con Tabgha, en la costa norte del mar de Galilea, allí donde la tradición cristiana sitúa la milagrosa multiplicación de los panes y los peces según el Evangelio de San Mateo. Una iglesia con valiosas reliquias recuerda el hecho y acoge a miles de peregrinos cada año.
Dando un salto al otro lado del planeta encontramos ciudades por debajo del nivel del mar en el valle de la Muerte, en California. Y hay rincones de la tierra mucho más bajos que este último, aunque no cuentan con ciudades de importancia. Es el caso del lago Assal, en la depresión de Afar, en Yibuti, con el agua más salada en la tierra, o la depresión de Turfán, una zona tan caliente y tan seca que es conocida como el horno de China. En Europa también encontramos ciudades por debajo del nivel del mar. Concretamente en los Países Bajos, producto del trabajo del hombre, que creó diques para contener el agua del mar y luchando contra el hundimiento de la tierra. Es el caso de la región del Randstad, cuyo 90% del territorio se sitúa entre cuatro y siete metros por debajo del nivel mar.
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