Con sus pasillos rebosantes de lectores, los salones llenos durante sus más de mil actividades y las filas que van desde la entrada de su sede, en la calle de Tacuba, hasta el Eje Central, la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM) es sinónimo de multitudes.
Es decir: al encuentro librero más longevo de la Ciudad de México suele relacionársele con todo aquello que, a causa de la pandemia de Covid-19, ahora sabemos que debe evitarse.
Para Fernando Macotela, el director de la feria, quien se reconoce como un enamorado del bullicio tradicional del evento, el reto de abrazar este año la virtualidad como única manera de poder llevarlo a cabo fue mayúsculo.
"Hemos acabado por entusiasmarnos con esta modalidad para ver cómo nos va, pero tuvimos mucho miedo al principio; lo digo con toda sinceridad", declara en entrevista.
A diferencia del resto de las ferias del libro en el País, ésta es la primera vez que Minería tiene que adecuar su programa a las exigencias de la emergencia sanitaria, pues el año pasado fue de los últimos eventos masivos que pudieron llevarse a cabo antes de la entrada del confinamiento.
Durante la feria del 2020, recuerda Macotela, en cada una de las juntas diarias con su equipo les advertía que podrían cerrar en cualquier momento.
"Nadie nos había dicho que ya no se podía, pero, en el momento en el que nos lo dijeran, en ese momento se iba a cerrar", cuenta.
La primera consideración urgente para la planeación de la edición 2021, la 42 de su historia, fue decidir cuántas actividades estaban en condiciones de llevar a cabo y cómo.
Anualmente, la FILPM tiene entre mil 300 y mil 500 actividades, entre presentaciones de libros, mesas de diálogo, conferencias, lecturas y ciclos que llevan años llevándose a cabo.
Tras un análisis de sus capacidades técnicas, la organización de la feria llegó a la conclusión de que la mejor forma de seguir con su programa era ofrecer únicamente 60 actividades, todas previamente grabadas, que habrán de transmitirse entre el 18 de febrero y el 1 de marzo.
La complejidad de esta reducción es evidente si se considera que tan sólo la UNAM, cuya Facultad de Ingeniería organiza el encuentro, tiene al menos 100 dependencias con un comité editorial que encuentran en el Palacio de Minería un escaparate inigualable.
Lo mismo con las decenas de editoriales transnacionales, institucionales e independientes que todos los años cuentan con un espacio en en el recinto y que presentan sus novedades como parte del programa.
Al final, Macotela y su equipo extendieron una invitación para que las editoriales tuvieran una única apuesta para presentar este año; ofreció a la UNAM no más de 10 lugares para sus actividades, y lograron mantener la continuidad de algunos de sus ciclos emblemáticos.
Cada participante grabó su presentación, lectura o mesa de reflexión, y su transmisión se llevará a cabo cada dos horas entre las 12:00 y las 20:00 horas.
Algunos eventos logran conservar tradiciones de la feria por partida doble, como la Séptima Jornada de Literatura de Horror, organizada por Vicente Quirarte, que este año estará dedicada a Amparo Dávila, maestra del horror que la feria conmemora in memóriam a un año de su fallecimiento.
Otros ciclos que continuarán son la charlas de divulgación científica, el ciclo sobre problemas económicos y el de salud pública.
Como es tradición, la feria también conmemorará aniversarios importantes, como los 100 años del fallecimiento de Ramón López Verde y la publicación de su poema insigne, Suave Patria; también, el centenario del nacimiento de Augusto Monterroso y los bicentenarios de Charles Baudelaire y de Fiódor Dostoievski.
Varias de las actividades, explica Macotela, reflexionarán sobre el Covid-19 a partir de distintas disciplinas, sin que esto fuera planeado.
El Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, por ejemplo, presentará la colección de 17 volúmenes que ha dedicado al tema, mientras que el ciclo de divulgación científica tendrá como actividad la conferencia "Mitos y realidades de las vacunas", a cargo de la virología Susana López Charretón.
Este año, sin embargo, la feria no podrá fungir como punto de venta de libros, puesto que abrir una tienda en línea fue declarado inviable por temas presupuestales, por lo que cada editorial tendrá que informar durante su presentación cómo conseguir sus libros.
De contar con un presupuesto de 12 millones anuales, la FILPM se llevará a cabo apenas con medio millón de pesos provistos por la Facultad de Ingeniería, puesto que no recabó dinero de la venta de espacios.
"Nos va a afectar muchísimo porque solemos tener un pequeño excedente (cada año), entre los ingresos y los egresos, vendiendo los stands, el derecho de uso de salón para actividades y la entrada, porque, como ya son decenas de miles las personas que van, ya es digno de considerar", reconoce Macotela.
No obstante, el director de la feria asegura estar plenamente satisfecho con el programa virtual de este año, que podrá verse a través de la página de la feria (http://filmineria.unam.mx).
"Ahora, después de ver los resultados, las cosas que hemos podido ver grabadas, creo que son muy interesantes", promete.
Obligada por las circunstancias, la FILPM espera poder seguir concentrando multitudes, pero ahora del otro lado de la pantalla.