"Es abrumador, lo sé", dice el personaje de Madds Mikkelsen en Caos: El Inicio. Y, efectivamente, puede ser abrumador para un actor destacado, el elegir entre diversas ofertas para un proyecto.
¿La elección irá guiada por la calidad del guión o el prestigio del director?, ¿por el resto del reparto? Encontremos la respuesta.
En el año 2257, Todd Hewitt (Tom Holland) trata de controlar "el Ruido": el que sus pensamientos puedan ser escuchados por otros. Una nave espacial se estrella cerca de su casa y la única sobreviviente es una mujer. Todd apenas recuerda haber visto a una.
Esta película tiene un inicio fastidioso y confuso, al traslaparse los pensamientos de los personajes con los diálogos. Como audiencia, a duras penas empezamos a entender de qué se trata.
En el género de ciencia ficción todo puede pasar, pero resaltan las innumerables contradicciones: personajes que viven como en el Viejo Oeste o en una comunidad Amish, pero con armas láser de alto poder.
Y si bien hay una acción prácticamente continua y momentos divertidos (sobre todo por el carisma natural de Holland), el resto del tiempo los personajes se ven confundidos y los actores, francamente, desperdiciados. La historia deja muchos huecos, mismos que el director tampoco supo rellenar. Lo que nos lleva a la pregunta inicial: ¿qué motivación tienen los actores para elegir un proyecto? Sospechamos que, aquí, sólo una jugosa remuneración.